Muchos sueños de restaurantes comenzaron en una cocina familiar, fueron inspirados o impulsados por recetas familiares y muchos emprendedores gastronómicos fueron primeramente el chef de la familia, así que es común que una familia sea el origen de un negocio como este. Sin embargo, no por ser común deja de ser complejo.

Un restaurante familiar puede ser la empresa de negocios ideal, pero también puede ser un reto doblemente difícil. Los conflictos laborales pueden volverse familiares y viceversa, el estrés de la operación puede arruinar las relaciones familiares y el estrés familiar puede arruinar la operación del restaurante. Así que: ¿Cómo lograr que sobreviva lo mejor de ambos mundos en tu restaurante? Te tenemos algunas consideraciones que ayudarán en ese objetivo.

Decidir juntos el giro y el nicho

Todos los miembros que formarán parte del restaurante familiar pueden dar su punto de vista para ir dando forma al restaurante, primeramente, decidiendo el enfoque que tendrá, lo que lo diferenciará de otros restaurantes locales. Si se basarán en sus propias recetas familiares, conviene que formen el concepto en torno a ellas.

Lo más importante es tener una visión clara sobre el tipo de restaurante que será y que todos estén de acuerdo en este punto. 

Participar en la estructura legal

Del mismo modo, si en lugar de operar como una empresa unipersonal, como muchos restaurantes pequeños suelen hacer, forman una sociedad de responsabilidad general o limitada, será verdaderamente una operación familiar, pues permitirá a todos tener un rol y una participación específicas en el negocio. Seguramente la oficina para Pymes de tu localidad puede asesorar al respecto.

Asignar la administración

No por tratarse de un negocio familiar debe carecer de estructura o intentar emular la que existe en el hogar. Teniendo en cuenta sus estudios e intereses, seguramente cada miembro será mejor apoyo en un puesto en particular. Es necesario delegar tareas y responsabilidades de las operaciones diarias, así que algunos miembros de la familia deberán tomar esos cargos y títulos, como "CEO", o “Director de Relaciones Públicas", o “Gerente de personal”, o si los títulos provocan ruido entre los miembros, se puede simplemente asignar tareas, como la contabilidad, la gestión de inventario, etc, de modo que quede claro quién hará qué.

Por ejemplo, la persona más organizada del grupo puede ser la encargada para delinear el plan general y desarrollar una hoja de tiempo y acción.

Es necesario también desarrollar una estrategia de apertura, alguien debe encargarse de ello, así como del desarrollo del menú, y el diseño de concepto. Un plan para cada tema y un líder a cargo de cada proyecto, ayudará mucho. ¡Usa todos los talentos de tus familiares! Y otro consejo importante aquí: solo incluye a los que estén calificados o tengan algo que aportar.

Hablen del dinero

Todos deben saber de antemano que pueden perder su dinero, que tal vez deban trabajar gratis por un tiempo, y que probablemente habrá tiempos difíciles por delante. No piensen que abrirán, se hará ricos y comenzarán a dividir las ganancias, porque eso puede no suceder nunca. Una visión más objetiva y realista ayudará a evitar conflictos tempranos.

Comprométanse

Conviene establecer un compromiso de tiempo de cada miembro de la familia en cuanto a las horas disponibles para trabajar y por cuántos meses o años podrán aguantar.

Establezcan reglas

Debe haber reglas claras en cuanto a la actitud correcta y la ética de trabajo para tener éxito.

Por otro lado, si el equipo crece, hay que dejar claro quiénes son miembros de la familia y qué significa eso en los hechos. DE cualquier modo, en sus mentes deben aprender a separar al familiar del empleado o compañero de trabajo.

Finalmente, todos deben estar preparados para que el negocio los absorba como familia, a ver otras facetas de sus personalidades en marcha con los clientes y con sus compañeros de trabajo ajenos a la familia y no asustarse ni molestarse por ello, a verse en otras relaciones de mando y ajustarse a ellas, etc. Pero pueden estar seguros, de antemano, de que no será fácil, y requerirán comprensión, paciencia y compromiso.